¡Aiya, todos! Rosario estuvo, además de cerca (como dice la canción), frío y lluvioso en el primer día. Pero el gazebo en el parque de la bella Casona se armó igual y fue refugio para muchos caminantes. Hubo largas ruedas de mates y muchos nuevos amigos. Por la noche y luego de dejar a bolsos, bolsas de dormir, mochilas y demás en un club donde pernoctaríamos, caminamos hasta una posada donde pasamos una velada medieval con juglares y varias pintas de cerveza (no tantas) El regreso fue en olifante-bus, unos amarillos que caminan por esa ciudadela. Dormimos mejor de lo que esperábamos, ¡¡¡¡DORMIMOS!!!! Por la mañana, la barca del sol irradiaba con gusto la llegada del nuevo día y todos –artesanos y recreadores– pudimos armar la fiesta en el parque. Vale aclarar que el día anterior tuvieron que hacerlo en el interior de la casona. Fue una jornada mágica, hubo enfrentamiento de brujos y hechiceros, de aguerridos guerreros, el casamiento entre la Dama Blanca y un n...