Fragmento de la búsqueda del anillo, Cuentos Inconclusos
"Ahora bien, por causa del disgusto y el temor que le provocaba, en los últimos días Saruman evitaba a Gandalf y rara vez se encontraban, salvo en las asambleas del Concilio Blanco. Fue en el gran Concilio celebrado en 2851 cuando se habló por primera vez de la «hoja de los Medianos», y el asunto se consideró divertido en ese momento, aunque luego se recordó bajo una luz diferente. El Concilio se reunió en Rivendel, y Gandalf estaba sentado aparte, silencioso, pero fumando prodigiosamente (algo que nunca había hecho antes en tales ocasiones) mientras Saruman hablaba en su contra y sostenía con insistencia que, en oposición al consejo de Gandalf, Dol Guldur no debía ser atacada todavía.
Tanto el silencio como el humo parecían molestar mucho a Saruman, y antes de que el Concilio se dispersara, le dijo a Gandalf:
—Cuando se debaten asuntos de peso, Mithrandir, me asombra un poco que juguéis con vuestros juguetes de humo y fuego mientras los demás hablan con seriedad.
Pero Gandalf se echó a reír y replicó:
—No os asombraríais si vos mismo consumierais esta hierba. Descubriríais que el humo librado despeja la mente de las sombras interiores. De cualquier modo, proporciona la paciencia de escuchar errores sin enfado. Pero no es uno de mis juguetes. Es un arte del Pequeño Pueblo del Oeste: alegre y digno pueblo, aunque no de mucho interés, quizá, para vuestros altos designios políticos.
No se sintió Saruman muy apaciguado con esta respuesta (pues odiaba las burlas, aunque fueran benignas) y dijo entonces fríamente:
—Os mofáis, Señor Mithrandir, como es vuestra costumbre. Sé perfectamente que os habéis convertido en un explorador de lo pequeño: hierbas, animalitos salvajes y un pueblecito infantil. Sois libre de disponer de vuestro tiempo como gustéis, si no tenéis nada mejor que hacer; y podéis escoger vuestros amigos donde queráis. Pero para mí los días son demasiado oscuros como para prestar oídos a cuentos de viajeros, y no tengo tiempo para simplezas de campesinos.
Gandalf no rió esta vez; y no respondió, sino que, mirando de manera penetrante a Saruman, inhaló su pipa y exhaló un gran anillo de humo al que siguieron otros varios más pequeños. Entonces levantó la mano como para cogerlos, y se desvanecieron en el aire. Luego se puso en pie y abandonó a Saruman sin añadir una palabra; pero Saruman se quedó un momento en silencio y se le ensombreció la cara de duda y disgusto".
(La búsqueda del anillo, Cuentos Inconclusos de Númenor y la Tierra Media)
Tanto el silencio como el humo parecían molestar mucho a Saruman, y antes de que el Concilio se dispersara, le dijo a Gandalf:
—Cuando se debaten asuntos de peso, Mithrandir, me asombra un poco que juguéis con vuestros juguetes de humo y fuego mientras los demás hablan con seriedad.
Pero Gandalf se echó a reír y replicó:
—No os asombraríais si vos mismo consumierais esta hierba. Descubriríais que el humo librado despeja la mente de las sombras interiores. De cualquier modo, proporciona la paciencia de escuchar errores sin enfado. Pero no es uno de mis juguetes. Es un arte del Pequeño Pueblo del Oeste: alegre y digno pueblo, aunque no de mucho interés, quizá, para vuestros altos designios políticos.
No se sintió Saruman muy apaciguado con esta respuesta (pues odiaba las burlas, aunque fueran benignas) y dijo entonces fríamente:
—Os mofáis, Señor Mithrandir, como es vuestra costumbre. Sé perfectamente que os habéis convertido en un explorador de lo pequeño: hierbas, animalitos salvajes y un pueblecito infantil. Sois libre de disponer de vuestro tiempo como gustéis, si no tenéis nada mejor que hacer; y podéis escoger vuestros amigos donde queráis. Pero para mí los días son demasiado oscuros como para prestar oídos a cuentos de viajeros, y no tengo tiempo para simplezas de campesinos.
Gandalf no rió esta vez; y no respondió, sino que, mirando de manera penetrante a Saruman, inhaló su pipa y exhaló un gran anillo de humo al que siguieron otros varios más pequeños. Entonces levantó la mano como para cogerlos, y se desvanecieron en el aire. Luego se puso en pie y abandonó a Saruman sin añadir una palabra; pero Saruman se quedó un momento en silencio y se le ensombreció la cara de duda y disgusto".
(La búsqueda del anillo, Cuentos Inconclusos de Númenor y la Tierra Media)
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