Fragmento, el Final de Eöl en Gondolin

"Eöl fue llevado al palacio, y se Mantuvo en pie ante el alto trono de Turgon, con una expresión torva y orgullosa. Aunque no estaba menos asombrado que su hijo ante todo cuanto veía, más le pesaban en el corazón la ira y el odio que sentía por los Noldor. Pero Turgon lo trató con honores y se puso de pie y quiso tomarle la mano; y le dijo:
—Bienvenido, mi pariente, pues por tal os tengo. Aquí moraréis a vuestro gusto, pero no abandonaréis mi reino; porque es mi ley que quien encuentre el camino a mi morada ya no podrá irse.
Pero Eöl retiró la mano. —No reconozco yo tu ley —dijo—. Ni vos ni ninguno de vuestro linaje tenéis derecho en esta tierra a apoderaros de reinos o poner límites en sitio alguno. Esta es la tierra de los Teleri, a quienes traéis guerra e inquietud, y a los que tratáis siempre con orgullo e injusticia. Nada me importa de vuestros secretos y no vine a espiaros, sino a reclamar lo mío: mi esposa y mi hijo. No obstante, si cierto derecho tenéis a Aredhel, vuestra hermana, que ella se quede; que el pájaro vuelva a la jaula, donde pronto volverá a enfermar, como ya enfermó antes. Pero no Maeglin. A mi hijo no lo retendréis. ¡Ven, Maeglin, hijo de Eöl! Tu padre te lo ordena. ¡Abandona la casa de los enemigos y los asesinos de mis gentes, o seas maldito! —Pero Maeglin no respondió.
Entonces Turgon se sentó en su alto trono sosteniendo el cetro del juicio y habló con voz severa: —No discutiré con vos, Elfo Oscuro. Sólo las espadas de los Noldor defienden vuestros bosques sin sol. La libertad que allí tenéis de errar libremente se la debéis a mi gente; si no fuera por ellos, hace ya tiempo que trabajaríais esclavizado en las mazmorras de Angband. Y aquí yo soy el rey; y lo queráis o no, mi juicio es inapelable. Sólo tenéis esta alternativa: vivir aquí o morir aquí; y lo mismo en lo que se refiere a tu hijo.
Entonces Eöl miró al Rey Turgon a los ojos y no se intimidó, y permaneció erguido largo rato sin decir una palabra, y completamente inmóvil, mientras un profundo silencio se hada en la estancia; y Aredhel sintió miedo, pues sabía que Eöl era peligroso. De pronto, rápido como una víbora, Eöl sacó una jabalina que llevaba oculta bajo la capa y se la arrojó a Maeglin exclamando: —¡Elijo la segunda opción y también para mi hijo! ¡No retendréis aquello que me pertenece!
Pero Aredhel saltó delante del dardo, que la hirió en el hombro; y Eöl fue sometido por muchos, y encadenado, y llevado afuera, mientras otros asistían a Aredhel. Pero Maeglin observaba a su padre en silencio.
Se decidió que Eöl fuera llevado al día siguiente ante el rey para ser juzgado; y Aredhel e Idril inclinaron a Turgon a que se mostrara clemente. Pero al caer la tarde, Aredhel enfermó, aunque la herida no había parecido grave, y se hundió en la oscuridad, y a la noche murió; porque la punta de la jabalina estaba envenenada, aunque nadie lo supo hasta que fue demasiado tarde.
Por tanto, cuando Eöl fue llevado ante Turgon, no encontró clemencia; y lo condujeron al Caragdûr, un precipicio de piedra negra sobre la ladera norte de la colina de Gondolin, para arrojarlo desde los muros escarpados de la ciudad. Y Maeglin se encontraba allí y no decía nada; pero por fin Eöl gritó:
 —¡Así, pues, abandonas a tu padre y a tu gente, hijo mal nacido! Aquí fracasarán todas tus esperanzas, y que aquí tengas la misma muerte que yo.
Entonces arrojaron a Eöl por el Caragdûr, y así él perdió la vida, y a todos en Gondolin les pareció justo; pero Idril se sintió perturbada y desde ese día desconfió de Maeglin"

De Maeglin, El Silmarillion



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